a ti, a quien he evitado nombrar con posesivos y
cárcelespalbras,
viendo que en realidad me iba cayendo en el extremo
imposible,
allí donde hay que inventar nombres porque todo está por
nacer,
donde no atrapas nada, ni puedes asir porque todo es
distancia.
Compañera, pagaré un alto precio.
Todo lo que existe
merece perecer!
Apartarme de los nombres, de los posesivos, para ver
sorprendido
que morirán inevitablemente, que no me alcanza, que no es,
que está perdido.
Apartarme de los contratos, de los lazos sagrados y dejarte
frente a mí
bajo la cruel sospecha del tiempo en un nido posiblemente
roído.
Apartarme más allá de lo que dicen, allí donde fracasa el
amor,
Donde es poco haber nacido, haber dicho, haber comprendido.
Amormuertevida, pagaré un alto precio.
Por haberte querido sin pedir nada a cambio.
Cuando levantamos las maderas del piso sagrado del amor,
vimos las miserias, la carroña, los sentimientos bajos, la
luz humana,
el resguardo, el pez devorado, el silencio, la opresión, lo
posible, lo imposible.
Dejamos el amor con sus sentidos de supermercado y nos
fuimos
a habitar la angustia y el movimiento que cambia lo que
construimos.
Mañana no sé si estaré, desnudémonos que llega tu marido,
matemos al macho cabrío que se domesticó con la costumbre,
bebamos este vino que se acaba, bailemos anónimos.
Yo por mi parte bebo por este poema que me pareció desesperado y suficiente.
ResponderEliminarSlds.
Hermoso poema! Me quedo con el último verso ..."bebamos este vino que se acaba, bailemos anónimos"...
ResponderEliminarLa vida está hecha de instantes que tienden a perecer, esa es la interpretación que le otorgo a este poema que alberga hacia el final la poesía en una bella metáfora del tiempo.